lunes, 18 de noviembre de 2013

Los barriles de gasolina clandestina del río Orinoco


Daniel Pardo
BBC Mundo, Puerto Ayacucho
 
De Puerto Samariapo, en Venezuela, salen barriles de gasolina constantemente.

Todos los días, a las seis de la tarde, la Guardia Nacional venezolana cierra las carreteras que permiten el acceso a dos de los puertos que sirven a las comunidades del estado de Amazonas. Es parte de su rutina.
Desde esa hora, y durante toda la noche, se vende una gran porción de la gasolina que llega a esa región a contrabandistas colombianos que la comercializan en su país, al otro lado del río Orinoco, por 60 veces el precio, según diversos testimonios recogidos por BBC Mundo en la zona.
Aunque la complicidad de la Guardia Nacional no es posible de ver -por la oscuridad, por la selva, por el cierre de la zona- para los locales es un hecho. Es parte de su rutina.
La gasolina en Venezuela, que es subsidiada por el Estado, es más barata que el agua: un galón cuesta aproximadamente US$0,05 (US$0,015 por litro). En Colombia, donde refinarla es particularmente caro, vale más de US$4.
Estudios de la Dirección de Impuestos y Aduanas de Colombia (DIAN) estiman que 30 millones de galones (113 millones de litros) pasan al mes desde el país con mayores reservas de petróleo en el mundo hacia Colombia, donde el combustible es costoso y las ventas de automóviles están disparadas.
"Eso equivale a unos US$60 millones al mes", dice el director de la DIAN, Juan Ricardo Ortega. "Es un negocio comparable al narcotráfico", opina.
Locales dicen que es imposible que las comunidades necesiten todo el combustible que se carga en Samariapo.
Y si bien la mayoría -que transita en barriles, tambores o botellas- pasa por la parte norte de la frontera, en el sur también se contrabandea como "Pedro por su casa", tal como afirma Miguel, un comerciante con 30 años de experiencia en los meandros del Orinoco.
De Venezuela…
El Orinoco es el tercer río más caudaloso del mundo, navegable en casi su totalidad y uno de los más importantes de Sudamérica. Su cuenca tiene una superficie de poco menos de 1.000.000 km², de los cuales 65% está en Venezuela y 35% en Colombia.
El combustible que llega a Amazonas viene por el Orinoco del centro del país y es repartido en las diferentes estaciones de gasolinas de Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa), la empresa de petróleo del Estado venezolano.
A unos 70 kilómetros al sur de Puerto Ayacucho, la capital del estado de Amazonas, están los dos puertos -Puerto Nuevo y Puerto Samariapo- que sirven de trampolín para miles de indígenas que viven en la zona del Alto Orinoco.
La estación de Pdvsa más cercana a los puertos, que es la única de la zona, está a 100 metros de ellos, en plena carretera. Hay diferentes filas para los autos, los camiones y las motocicletas. Todas están llenas, en cada una hay que esperar.

Los puertos están custodiados por la Guardia Nacional, que revisa la identificación de todos los que entran.
Miguel solía trasportar turistas por la selva, pero en los últimos años, que el turismo en la región se ha reducido y tiene su barco quieto, ha usado el cupo que le da el Estado para comprar gasolina para vender el combustible a colombianos en Samariapo.
"Es muy fácil hacerlo", le dice a BBC Mundo. "Solo facturo mi cupo en la bomba y la llevo al puerto, donde los colombianos se pelean por comprarla".
En efecto, en el puerto casi todo lo que se ve es gasolina. "Ninguna comunidad necesita todo ese combustible", dice Miguel, quien al mirar una fila de cuatro camiones cargados de gasolina, remata: "Todo eso va para Colombia, sin duda".
Solo un camión puede cargar a la vez en Samariapo, donde se oye música llanera, hay un par de tiendas que venden productos y alimentos básicos y se ven algunas familias de indígenas esperando transporte para sus casas.
El puerto está rigurosamente custodiado por soldados de la Guardia Nacional, que revisan cada barco que sale. No se puede tomar fotos, tampoco preguntar qué va para dónde. En su recorrido por la zona, este corresponsal vio su pasaporte revisado 13 veces por soldados de la Guardia.

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